viernes, 14 de agosto de 2009

Alimentación saludable para niños hasta los dos años de edad


Es de amplio conocimiento que la leche humana o leche materna, cubre todas las necesidades básicas de crecimiento del bebé hasta los seis meses de edad, tanto que representa el modelo para la elaboración de las leches maternizadas que se encuentran en el mercado.
Contiene todos los nutrientes en la cantidad precisa para que el lactante se desarrolle y crezca de forma saludable, y además contiene inmunoglobulinas que fortalecen el sistema inmunológico del bebé.
Es el alimento de elección ya que, no solo contribuye a fortalecer el vínculo afectivo con la madre, sino que es además el más económico.

El inconveniente aparece cuando, por diversos motivos, la lactancia materna no puede establecerse o debe interrumpirse. En ese caso se debe recurrir a las fórmulas comerciales de leche maternizada, las cuales pueden ser de dos tipos:

  • Fórmulas de inicio: son las que cubren por sí solas todas las necesidades nutricionales del bebé, durante los seis primeros meses de vida.
  • Fórmulas de continuación: son las destinadas a alimentar a los lactantes a partir de los seis meses en adelante, conjuntamente con otros alimentos. Se pueden utilizar hasta los tres años con ventajas sobre la leche de vaca.
La fórmula debe parecerse lo más posible a la leche humana, no debe contener almidón ni harina.

Incorporación de alimentos distintos de la leche.

La inclusión de alimentos debe ser gradual, dado que el sistema digestivo del bebé debe estar lo suficientemente desarrollado para digerirlos de forma adecuada y para que no se presenten alergias. No debe reemplazar a la alimentación con leche materna o maternizada, sino que debe complementarla.

Cereales. Las papillas o purés de cereales suelen ser los primeros alimentos sólidos incorporados a la dieta del lactante. Son ricos en carbohidratos, por lo que aportan mucha energía. También suministran proteínas, vitaminas y minerales. Al comienzo deben administrarse junto con la leche. Hay dos tipos de cereales, sin gluten (maíz, soja, arroz) que pueden ser utilizados a partir del sexto mes; y con gluten (trigo, avena, cebada y centeno), que no conviene incluirlos sino hasta el octavo mes.

Legumbres y hotalizas. Aportan minerales, vitaminas y celulosa, las legumbres son ricas en carbohidratos y proteínas. Deben incorporarse a partir del sexto mes empezando por papa, zanahoria y zapallo. Evitar hasta después del noveno mes, verduras de hoja como la acelga y espinaca, ya que pueden producir alteraciones en la concentración de hemoglobina.

Frutas. Aportan vitaminas, minerales, azúcares (sacarosa, fructosa) y fibra. Se pueden incluir a partir del sexto o séptimo mes en forma de purés (manzana, banana, mamón, mango, pera, etc.).

Carnes. Tienen un alto contenido de proteínas, también son ricas en hierro. Se pueden utilizar a partir del sexto mes. Conviene administrarlas junto con las hortalizas, correctamente procesadas, comenzando con cantidades de entre 20 y 30 gramos.

Pescado. También aporta proteínas de muy buena calidad, pero dado su alto potencial alergénico, su inclusión debe postergarse hasta después de los diez meses de edad.

Huevo. Es una excelente fuente de proteínas, pero debe evitarse hasta los once meses por ser muy alergizante. Es recomendable empezar por la yema.

Yogur. No se recomienda su administración hasta después del año de edad.

Todos los alimentos deben estar procesados, correctamente homogeneizados, de textura suave en forma de puré, no líquidos, sino blandos. Se puede ir variando a texturas más gruesas cerca del año de edad.

Entre el primer y segundo año de vida, el niño sano está capacitado para recibir y digerir adecuadamente todo tipo de alimentos.

Estas edades son muy importantes ya que comienzan a establecerse los hábitos alimentarios que pueden definir la calidad de la alimentación que va a tener el individuo durante toda su vida.

Es importante que se le ofrezca alimentos de los principales grupos para asegurar un adecuado aporte de los nutrientes esenciales y que toda la familia los consuma, ya que el niño, fundamentalmente, se guía por lo que observa en su entorno.

La leche debe continuar aportando una importante cantidad de proteínas y calcio, junto con sus derivados, queso y yogur. No se recomiendan lácteos descremados.

Se puede consumir todo tipo de carnes y el huevo puede consumirse ya entero.

Los cereales se pueden consumir con la leche, en forma de puré o cocidos (fideos, arroz, polenta).

Las hortalizas y legumbres son la fuente más adecuada de fibra, vitaminas y minerales.

Las frutas, además de aportar vitaminas, minerales y fibra, por su sabor dulce pueden ser un saludable recurso para limitar el consumo de azúcares refinados, dulces y golosinas, las que además de tener alto contenido de calorías "vacías" (sin nutrientes significativos), promueven la aparición de caries dentarias.

Finalmente, en cuanto a las grasas de la dieta, se pueden utilizar aceites vegetales en principio y evitar los alimentos que contienen grasas trans (margarinas o mantecas vegetales).

Además de seguir las recomendaciones de los especialistas, cabe agregar que es fundamental el ambiente en el cual se desarrollan las comidas, por la alta carga emocional que se desarrolla en torno a la elección de alimentos. Por ejemplo, es bueno que el momento de comer sea un motivo para compartir con la familia, la inclusión de alimentos nuevos puede hacerse en forma de juegos, con presentaciones atractivas, combinando alimentos de varios colores que estimulen al niño a probarlos y, es sumamente importante no relacionar la comida con premios o castigos.

De esta manera estamos estimulando la preferencia hacia alimentos adecuados que van a predisponer al niño a crecer sano y, lo que es más importante, a permanecer sano durante toda su vida.


Fuente: HERNÁNDEZ RODRIGUEZ, M. Alimentación infantil