viernes, 16 de septiembre de 2011

LA VITAMINA C O ÁCIDO ASCÓRBICO.

Un día como el de hoy, 16 de septiembre pero  de 1893, nacía en Budapest Albert Szent-Györgyi, fisiólogo ganador del Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1937, gracias a sus trabajos relacionados con la química de la respiración. En la Universidad de Szeged, empleó pimentón como fuente de vitamina C y se dio cuenta de su actividad contra el escorbuto. Estudió la oxidación celular y descubrió la vitamina C en 1927.
 

En homenaje a este gran científico, dedicaré este espacio a recordar la importancia de la tan popular vitamina.


El ácido ascórbico o vitamina C es un derivado de los carbohidratos y puede obtenerse a partir de glucosa o galactosa. El ser humano no es capaz de sintetizar esta vitamina (por lo cual es imprescindible su incorporación a través de la dieta o de manera sintética), debido a que carece de la enzima gulonolactona oxidasa.

En cuanto a sus características, es una vitamina termolábil (inestable a los cambios de temperatura) y sensible a la oxidación, especialmente en presencia de cobre, hierro y pH alcalino.


¿Por qué es tan importante?

Esta vitamina, es un potente antioxidante ya que disminuye el estrés oxidativo. Además se destaca porque tiene  funciones en diversos procesos fisiológicos:

·         Participa en la hidroxilación de dos aminoácidos constituyentes del colágeno, la lisina y la prolina. Como sabemos, el colágeno es la proteína más abundante en todos los animales superiores, pudiendo constituir hasta un tercio de todas las proteínas del cuerpo. Es el “armazón” o matriz que da sostén a los tejidos: otorga firmeza y flexibilidad a los tendones, es responsable de la transmisión de la luz en la córnea, hace posible la distribución de fluidos a través de los vasos sanguíneos y da elasticidad y turgencia a la piel y los tejidos en general.

·         Interviene en la hidroxilación de dopamina a noradrenalina. Ambos son neurotransmisores: la dopamina tiene múltiples funciones en el cerebro, como por ejemplo en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención, y el aprendizaje (sobre todo, las conductas reforzadas a través de la recompensa, el placer). Su aumento anormal origina esquizofrenia y su disminución, enfermedad de Parkinson. La noradrenalina se sintetiza a partir de la dopamina, y tiene las siguientes funciones: aumento de la atención, el aprendizaje y la memoria, aumento de la sociabilidad y el deseo sexual, estimula también el estado de alerta, el estrés y las acciones o reacciones de respuesta (lucha, huída), que originan, a su vez, un incremento de las contracciones del corazón y de la presión y el flujo sanguíneo, para disponer de mayor energía muscular, finalmente contribuye a controlar las pautas de sueño. Los bajos niveles de noradrenalina pueden ocasionar: aislamiento, depresión, disminución de la atención, la concentración y la memoria, reducción de las motivaciones para ejercer impulsos vitales como la ira y la líbido.

·         Biosíntesis de carnitina. La carnitina, más conocida como L-carnitina, es un aminoácido sintetizado en el hígado, cerebro y riñón a partir de los aminoácidos esenciales, lisina y metionina. Es responsable del transporte de los ácidos grasos en el citoplasma celular hasta las mitocondrias, para su oxidación con la consecuente producción de energía. En otras palabras, si no hay una cantidad adecuada de carnitina, no podrían oxidarse o “quemarse” las grasas de nuestro cuerpo, quedando almacenadas en el tejido adiposo o bien, circulando en el torrente sanguíneo.

·         Oxidación de la fenilalanina a tirosina. La tirosina es un aminoácido no esencial que posee múltiples funciones de suma importancia: es el precursor de las hormonas tiroideas (tiroxina y triyodotironina) , las cuales tienen importantes funciones regulando el metabolismo (gasto y ahorro de energía), además, a partir de la tirosina se obtiene el neurotransmisor dopamina, el cual a su vez, como se ha visto, produce noradrenalina. La tirosina también es precursor de otro compuesto, la melanina, pigmento que da color a la piel y el cabello y protege contra los rayos UV.

Además, el ácido ascórbico actúa como donante de electrones o agente reductor en varias reacciones:

·         Reducción del hierro férrico a ferroso. El hierro férrico es un compuesto insoluble incapaz de atravesar la membrana de la mucosa intestinal, normalmente es reducido por el ácido clorhídrico en el estómago, sin embargo existen unas pocas sustancias, como la vitamina C capaces de formar quelatos de hierro de bajo peso molecular que facilitan la absorción intestinal del mismo. Esta acción es mayormente importante cuando se sigue una dieta vegetariana, en la cual los alimentos fuente de hierro, lo proporcionan en su forma menos absorbible (hierro no hem), con lo cual la vitamina C es doblemente importante para los vegetarianos. El mayor riesgo para la salud con dietas deficientes en hierro es el desarrollo de anemia ferropénica.

·         Reducción del ácido fólico a tetrahidrofólico. El ácido fólico es una vitamina del complejo B, que no posee actividad biológica como tal, solo en su forma reducida como ácido tetrahidrofólico, el cual es necesario para la producción y mantenimiento de nuevas células. Esto es especialmente importante durante periodos de división y crecimiento celular rápido como en la infancia y embarazo. El folato es necesario para la replicación del ADN, por esto, la deficiencia de folato dificulta la síntesis y división celular, afectando principalmente la médula ósea, un sitio de recambio celular rápido. Debido a que la síntesis de ARN y proteínas no se obstaculiza completamente, se forman células sanguíneas largas o sin forma regular llamadas megaloblastos, resultando en anemia megaloblástica. Ambos, tanto niños como adultos necesitan folato para producir células sanguíneas normales y prevenir la anemia.


¿En qué alimentos se encuentra?

El contenido de vitamina C en los alimentos depende de varios factores como el tipo y variedad de fruta o vegetal, la época de la cosecha, las condiciones y el tiempo de almacenamiento antes de su consumo. Los vegetales y frutas secas contienen cantidades relativamente elevadas de la vitamina. Algunas investigaciones sugieren que la infusión de yerba mate puede contribuir al aporte diario de ácido ascórbico, sin embargo, se necesitan más datos para considerarla una fuente de vitamina C. Los alimentos procesados pueden contener derivados del ácido ascórbico como el ácido D-isoascórbico, que es muy utilizado como antioxidante en la industria alimentaria, no obstante, no posee actividad vitamínica. También es necesario tener en cuenta que la vitamina C puede alterarse y perder sus propiedades con el calor de la cocción, el almacenamiento prolongado y el contacto con la luz.

En la siguiente tabla se observa el contenido de ácido ascórbico en algunos alimentos:





Vitamina C
(mg/100 g de alimento)

Alimentos
130-100
Pimiento verde crudo
Berro
Kiwi

100-50
Brócoli
Repollito de Bruselas
Hojas de nabo
Frutillas
Coliflor
Naranja

50-20
Repollo
Pomelo
Acelga
Espinaca
Frambuesa
Tomate

<20
Papas
Frutas no cítricas
Zanahoria, apio, lechuga





¿Qué consecuencias puede tener la deficiencia?


El escorbuto es la principal enfermedad causada por deficiencia en el aporte de vitamina C. Es el resultado de una inadecuada formación del colágeno de las membranas basales capilares, que se refleja como fragilidad capilar y varias alteraciones hemorrágicas. Se manifiesta por varios síntomas entre los que se encuentran: fatiga, debilidad, letargia, irritabilidad, hemorragias gingivales, dolor muscular y articular. Puede presentarse anemia grave. La deficiencia en la resistencia a infecciones es secundaria a la pérdida de secreciones y alteraciones en las membranas mucosas.



Debido a que un aporte de tan solo 10 mg/día de vitamina C previenen la aparición de los síntomas, el escorbuto no es hoy en día una enfermedad frecuente, sin embargo puede presentarse ocasionalmente en individuos con ingestas muy deficientes, como alcohólicos crónicos o ancianos que no consumen frutas ni verduras.

La ingesta diaria recomendada es de 90 mg para hombres y 75 mg para mujeres.

jueves, 9 de junio de 2011

El cuidado de la salud en las empresas

Un estudio elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), establece que “las compañías que ofrecen dietas equilibradas a sus empleados aumentan la productividad de estos” y generan un buen ambiente laboral. Lo que también beneficia a las empresas, porque además, una buena alimentación ayuda a la “motivación del personal, a prevenir los accidentes, los decesos prematuros y a reducir las gastos médicos”. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “los programas de actividad física y alimentación saludable en el ámbito laboral pueden reducir en el corto plazo el ausentismo de 6 a 32%, los costos de salud entre 20 y 55%, e incrementar la productividad entre un 2 y un 52%” 

Los empleados y funcionarios que logren mantener un peso adecuado, porcentaje de tejido adiposo normal y una dieta que proporcione todos los nutrientes esenciales, tendrán menor riesgo de tener hipertensión arterial, diabetes, enfermedades cardíacas, colesterol elevado, problemas de memoria y concentración, fatiga física y mental y muchas otras afecciones.

Está comprobado además que la actividad física de por sí contrarresta el riesgo de padecer enfermedades de tipo crónico, ayuda a normalizar la presión arterial, los niveles de glucosa y lípidos en sangre, reducir y mantener el peso, quemar grasa y conservar y/o aumentar la masa muscular, además de combatir el estrés, la depresión y la ansiedad al generar sustancias químicas que producen sensación de satisfacción y bienestar.

La productividad, así como el prestigio y la calidad de servicio otorgado por una entidad empresarial, depende directamente de la buena disposición física y mental de sus empleados para trabajar.

Sabemos que existen exigencias internacionales en cuanto a calidad de servicios, ética del trabajo y desarrollo sustentable que se encuentran difundidas globalmente. La salud empresarial está incluida en el marco de las exigencias de la norma ISO 26000 de Responsabilidad Social y la norma ISO 9000 de Gestión de Calidad.

De todo lo expuesto, se deduce la importancia que implica el cuidado de la salud de los funcionarios, no solo para ellos mismos, sino a través de ellos para la productividad laboral empresarial y el desarrollo económico y social de nuestro medio.

Este hecho implica, por un lado, una responsabilidad por parte de las empresas hacia el cuidado del bienestar de sus funcionarios, el cual va a reflejarse en la calidad del servicio o producto ofrecido; y por otro la posibilidad de que los profesionales de salud, de diferentes especialidades, puedan ejercer su función de educadores y de protectores de la salud de la comunidad.

Esta es una realidad en muchos países, por lo cual, sería interesante que nuestros empresarios demuestren un compromiso social y, con la ayuda de profesionales, puedan promoverse actividades que tengan como objetivo la preservación de la salud y una buena calidad de vida.

domingo, 10 de abril de 2011

La actividad física como factor decisivo en el tratamiento del Síndrome Metabólico

En el marco del estudio de los factores asociados al desarrollo y continuo aumento de la obesidad, el síndrome metabólico es una entidad íntimamente relacionada a esta epidemia mundial que se ha convertido ya en una problemática de Salud Pública, paradójicamente al mismo tiempo que las enfermedades nutricionales carenciales.

Al ser la obesidad una enfermedad caracterizada por el aumento de la proporción de tejido adiposo, y reconociendo la incidencia que este tejido adiposo puede tener, sobre todo el de tipo visceral, sobre el incremento del riesgo de patologías como diabetes mellitus tipo 2, insulinorresistencia, hipertensión arterial, triglicéridos séricos elevados, entre otros indicadores de enfermedad metabólica; no podemos menos que considerar todos los elementos disponibles para el abordaje terapéutico integral de esta enfermedad.

Al mismo tiempo, es necesario considerar que, al ser la obesidad (específicamente la obesidad de tipo central), el principal disparador del síndrome metabólico, se deben ampliar las opciones de tratamiento, recordando que la enfermedad no es originada por un único factor y, por lo tanto, su tratamiento no puede encararse desde una sola perspectiva.

Tradicionalmente se ha intentado resolver el problema de la obesidad haciendo énfasis en la búsqueda de la dieta perfecta. Los resultados han sido más que desalentadores, por lo menos a largo plazo y, sobre todo, este tipo de tratamientos no ha sido capaz de llegar a la raíz de la enfermedad.

Encarar el tratamiento de una enfermedad como la obesidad exclusivamente desde la restricción calórica no da resultados, en primer lugar porque no se promueve la reeducación de hábitos alimentarios, lo cual lleva a recuperar el peso perdido una vez que se retoma el estilo de vida habitual; y en segundo lugar, porque significa obviar una cuestión fundamental: el balance energético es el resultado del equilibrio entre la energía consumida y la energía que se gasta.

Actualmente existen múltiples estudios que demuestran que la actividad física hace más eficiente la reducción de tejido adiposo y, consecuentemente, del riesgo de enfermedades metabólicas asociadas, que la tradicional restricción calórica propuesta por las dietas.

A continuación pondré como referencia el trabajo publicado por el Dr. Juan Álvarez Gómez en el año 2010 en la Revista Cubana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular “El Síndrome Metabólico y el entrenamiento físico como pilar importante de su tratamiento”:


Basado en los datos obtenidos en los estudios STRRIDE (2005) y STRRIDE II (2009), este artículo habla de la importancia de la prescripción de la actividad física (aún mayor que la restricción dietética), para lograr descenso de peso y sobre todo, de grasa visceral factores asociados al desarrollo de síndrome metabólico.

En los estudios se formaron tres grupos de participantes de entre 45 y 65 años de edad, con sobrepeso, a los cuales no se les indicó restricción calórica en su ingesta, sino diferentes niveles de actividad física. El grupo al que no se asignó entrenamiento físico tuvo un aumento significativo de grasa abdominal en un período de seis meses. En los demás grupos, con moderada e intensa actividad aeróbica, se evidenció un descenso importante de peso y grasa visceral, siendo esto mayor en el grupo con entrenamiento de mayor intensidad (caminar o correr 32 km semanales).

Al mismo tiempo, estudios más recientes han demostrado resultados alentadores adicionando ejercicios de fuerza al entrenamiento aeróbico, dirigidos a grupos musculares específicos, con pesos que permitan realizar entre 15 y 20 repeticiones. Este tipo de entrenamiento ha resultado efectivo, no solo para el descenso de peso y de grasa abdominal, sino específicamente favorable para reducir la insulino resistencia, presente en la obesidad, síndrome metabólico y diabetes.

El entrenamiento aeróbico-anaeróbico combinado logra reducir de manera efectiva los factores relacionados al síndrome metabólico con los siguientes efectos:



-          Reducción de TNF-α, proteína C reactiva, IL-6, fibrinógeno, PAI-1 y del factor nuclear [kappa] B, responsables del proceso inflamatorio.

-          Incremento de expresión y actividad de la superóxido dismutasa y de la SON-III (sintetaza oxido nítrico III), responsable de la disfunción endotelial.

-          Reducción del tono simpático e incremento del parasimpático, con la consecuente disminución de riesgo cardiovascular.

Estos efectos del entrenamiento físico que intervienen en la reducción de los estados pro- insulino resistencia, pro-hipertensivo, pro-inflamatorio, pro-trombótico y pro-aterogénico, justifican que se lo considere un pilar fundamental en el tratamiento de obesidad y complicaciones asociadas, principalmente síndrome metabólico.

En cuanto a la aplicación  práctica de este tipo de conocimientos, pienso que ante todo, como profesionales de la salud,  tenemos la función de educadores.

El paciente no va a realizar cambios en su estilo de vida sin fundamentos válidos, explicados a partir de datos concretos comprobados científicamente (en ocasiones esto tampoco basta para que las personas se decidan a realizar cambios, pero es el primer y más importante paso).

En cuanto a la prescripción del mejor tipo de actividad física, la frecuencia e intensidad en que debe realizarse,  debe efectuarse en el marco del trabajo en equipo, con un enfoque multidisciplinario, contando con personas capacitadas en la valoración de la capacidad individual para el ejercicio programado y no programado, así como la adecuada prescripción del tipo y forma de actividad física (entrenadores con experiencia en el trabajo con obesos o individuos no habituados al entrenamiento, médicos deportólogos, especialistas en fisiología del deporte, etc.).

Por último, para evaluar el progreso del paciente en el cumplimiento de los objetivos nutricionales y de actividad física, el método de elección, más allá del monitoreo del peso, sería la medición del perímetro de la cintura, si no se cuentan con medios más específicos de medición de la adiposidad abdomino-visceral.

La medición de la circunferencia de cintura sería el indicador más sensible de los progresos logrados por el paciente en cuanto a reducción del tejido adiposo visceral, como así también de reducción de indicadores de existencia o riesgo de síndrome metabólico.

Es tiempo de que seamos profesionales comprometidos y responsables, encarando el problema de la obesidad y el síndrome metabólico como lo que son: patologías crónicas, cuya etiología no se limita a una mala comida, sino a muchos años de un estilo de vida inadecuado.