Un estudio elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), establece que “las compañías que ofrecen dietas equilibradas a sus empleados aumentan la productividad de estos” y generan un buen ambiente laboral. Lo que también beneficia a las empresas, porque además, una buena alimentación ayuda a la “motivación del personal, a prevenir los accidentes, los decesos prematuros y a reducir las gastos médicos”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “los programas de actividad física y alimentación saludable en el ámbito laboral pueden reducir en el corto plazo el ausentismo de 6 a 32%, los costos de salud entre 20 y 55%, e incrementar la productividad entre un 2 y un 52%”
Los empleados y funcionarios que logren mantener un peso adecuado, porcentaje de tejido adiposo normal y una dieta que proporcione todos los nutrientes esenciales, tendrán menor riesgo de tener hipertensión arterial, diabetes, enfermedades cardíacas, colesterol elevado, problemas de memoria y concentración, fatiga física y mental y muchas otras afecciones.
Está comprobado además que la actividad física de por sí contrarresta el riesgo de padecer enfermedades de tipo crónico, ayuda a normalizar la presión arterial, los niveles de glucosa y lípidos en sangre, reducir y mantener el peso, quemar grasa y conservar y/o aumentar la masa muscular, además de combatir el estrés, la depresión y la ansiedad al generar sustancias químicas que producen sensación de satisfacción y bienestar.
La productividad, así como el prestigio y la calidad de servicio otorgado por una entidad empresarial, depende directamente de la buena disposición física y mental de sus empleados para trabajar.
Sabemos que existen exigencias internacionales en cuanto a calidad de servicios, ética del trabajo y desarrollo sustentable que se encuentran difundidas globalmente. La salud empresarial está incluida en el marco de las exigencias de la norma ISO 26000 de Responsabilidad Social y la norma ISO 9000 de Gestión de Calidad.
De todo lo expuesto, se deduce la importancia que implica el cuidado de la salud de los funcionarios, no solo para ellos mismos, sino a través de ellos para la productividad laboral empresarial y el desarrollo económico y social de nuestro medio.
Este hecho implica, por un lado, una responsabilidad por parte de las empresas hacia el cuidado del bienestar de sus funcionarios, el cual va a reflejarse en la calidad del servicio o producto ofrecido; y por otro la posibilidad de que los profesionales de salud, de diferentes especialidades, puedan ejercer su función de educadores y de protectores de la salud de la comunidad.
Esta es una realidad en muchos países, por lo cual, sería interesante que nuestros empresarios demuestren un compromiso social y, con la ayuda de profesionales, puedan promoverse actividades que tengan como objetivo la preservación de la salud y una buena calidad de vida.