La
mayoría de la grasa de nuestro organismo es blanquecina o amarillenta y
se acumula en el abdomen y subcutáneamente (habitualmente más de lo que
desearíamos).
La función de estos acúmulos de grasa es la de servir de
almacén de energía en forma de ácidos grasos para poder extraer energía de ellos
en épocas de escasez. Aunque estas épocas de escasez
en nuestro mundo occidental desarrollado nunca aparecen y el exceso de
calorías ingeridas, unido a la falta de actividad física, conllevan el
desarrollo de una de las enfermedades de nuestro tiempo, la obesidad.
Una característica habitual durante el envejecimiento es el incremento
de peso y la obesidad, más allá de la originada por causas patológicas,
es un fenómeno claramente asociado con la edad.
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